1. Limpie el bulbo, es decir, por la parte metálica del termómetro con un algodón impregnado en alcohol antiséptico. Esta es la parte que estará en contacto con su cuerpo.
2. Agite de forma enérgica el termómetro de mercurio cogiéndolo por el lado opuesto al bulbo. Así bajará cualquier residuo de mercurio que haya quedado y garantizará que la temperatura indicada sea correcta.
3. Coloque el termómetro en la axila con el bulbo justo en el centro. Deje el brazo en el regazo sin moverlo mientras deja que suba el mercurio para comprobar si tiene fiebre.
4. Espere unos cinco minutos que es lo que tarda el mercurio en subir para indicar la temperatura. Es importante cronometrar el tiempo para evitar retirarlo antes de tiempo.
5. Baje el mercurio agitándolo de nuevo y guárdalo muy bien en su funda para que no se rompa, pues el mercurio es tóxico y el cristal del termómetro es muy frágil. Desinféctelo de nuevo con alcohol antes de guardarlo.
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